EL BECERRO DE ORO

La mejor forma de venderle al público las ideas más complejas y las verdades más incómodas es creando una historia alrededor de ellas. “Jarabe para niños”: ponerle saborizante de fresa a la medicina intragable. Somos seres pasionales y está probado hasta el hartazgo que en la era de las redes sociales, nuestro alcance depende de nuestra capacidad para apelar a las emociones del público. Dicho esto, debe advertirse, pues, que no es lo mismo escribir un ensayo sobre el origen y desarrollo de las dictaduras que escribir una novela romántica, de ficción o de aventuras que envuelve temas sociales y políticos que de otro modo no serían discutidos por el público. Latinoamérica y particularmente los países centroamericanos atraviesan en la actualidad una grave crisis social y política que es el resultado de la confluencia de una serie de causas históricas que no han sido examinadas a conciencia por la clase intelectual ni han sido presentadas de una forma atractiva y convincente al público. Por otro lado, la escasa afición por la lectura –con algún nivel de calidad-, y sobre todo por los contenidos humanísticos y filosóficos, hace más difícil plantear problemáticas con cierto grado de dificultad y a la vez preservar la atención de los potenciales lectores. Ante este estado de cosas, si el objetivo consiste en traer a la palestra pública aquellos temas que deprimen a nuestra sociedad y conseguir de algún modo reprogramar la jerarquía de valores de las masas latinas, no hay mejor medio para conseguirlo que identificar cuál es su idiosincrasia y cuáles son sus pasiones más fuertes; y una vez identificado el núcleo de sus emociones y de sus prejuicios sacudirlos con una descarga de ideas que los obliguen a replantear sus paradigmas y enfrentarlos consigo mismos para que renazcan de sus conflictos internos. El proyecto que deseo llevar adelante buscar utilizar el entretenimiento como un medio para alcanzar un fin más loable: la reconstrucción social.

22 de abril

– Si el Ministerio del Amor decide vaporizarme uno de estos días fingiendo que fui víctima de un asalto con arma blanca en el semáforo por un ratero común o de un accidente de tránsito mientras me dirigía al mar, lo único que lamentaré será no haber sido capaz de transmitirle a ella cuán importante

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El leproso

Roque se bamboleaba con la inestabilidad del camión. Pensaba que los soldados debían sentirse miserables viajando por toda la república como reses. Luego pensó que nadie se queja de su suerte cuando ha sido condicionado para resignarse a ella. Iba escoltado por diez jóvenes, impecablemente uniformados, todos morenos y con facciones indígenas, rasgo distintivo de

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Prueba de Fuego

– Su hija es el motivo. – ¿Está enferma? ¿Me oculta algo? ¿Tiene usted de ella noticias que yo ignoro? Rodrigo Casablanca entendía perfectamente que un empresario de cincuenta años no tenía asuntos qué tratar con un muchacho de veinte con pinta de estudiante foráneo extraviado, y menos que tuviesen relación con su hija, a

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