Piense: si en una democracia el poder reside en el pueblo, ¿acaso no es obvio que el acto de voluntad popular mediante el cual el pueblo le transfiere el poder absoluto a un solo hombre no puede ser democrático? Explicado con manzanas: si yo le entrego a usted una manzana, ¿la manzana es suya o es mía? Si el pueblo le entrega el poder a un hombre, ¿de quién es el poder? Bueno, pues: entregar el poder de forma absoluta significa -aunque a usted le cueste comprenderlo- que ese poder ya no es de usted; es de aquél a quien se lo entregó. Usted oyó hablar tanto a los abogados del sistema de frenos y contrapesos republicano, y se rehusó testarudamente a comprender que ese sistema es el que le permitía al pueblo conservar su poder. Usted me dirá que los gobiernos anteriores han tenido secuestrado el poder, y yo le diré que si lo hubieran tenido secuestrado jamás usted habría podido deshacerse de ellos por la vía democrática. Gracias a ese equilibrio de poder fue posible que usted se quitara de encima a ARENA y al Fmln.
Ahora dígame usted: ¿cómo va a recuperar ese poder absoluto que le ha entregado al presidente (desde ahora monarca feudal), si por el mismo hecho de ser absoluto a usted ya no le ha quedado absolutamente nada de poder? ¿A quién acudiría usted si el presidente el día de mañana se pasa de whisky y se le ocurre aumentar la carga fiscal, mandarlo al exilio o ponerlo a bailar desnudo en la plaza pública como castigo por desobedecer una orden de desalojo? ¿Acudiría a la Asamblea? Lo lamento, pero la Asamblea obedecerá al presidente ¿A la Fiscalía? El Fiscal obedecerá al Presidente. ¿A la Justicia? Los magistrados de la Corte obedecerán al presidente. ¿A la Policía? La Policía obedece al presidente. ¿A la Fuerza Armada? La Fuerza Armada obedece al presidente. Usted me dirá: “sí, pero todos ellos se pueden rehusar a obedecer”. ¿Cree usted que es posible desobedecer a alguien que ostenta el poder absoluto, sin que le pesen gravosas consecuencias por su desobediencia?
Usted me dirá que es inconcebible que un líder tan carismático y tan popular use el poder absoluto para quemar vivas a las minorías o ametrallarlas en una plaza pública y yo le diré que lo mismo pensaban los alemanes hace ochenta años. Si no me cree, lo invito cordialmente a que vaya a comprobarlo a la biblioteca pública que le quede más cerca. ¿Acaso usted cree que todos esos tomos de historia y de derecho que hay en las Bibliotecas son provisión de papel por si se nos acaba el papel del baño? ¿No le parece a usted que es una actitud imbécil subestimar las consecuencias de entregarle el poder absoluto a un solo individuo? ¿O cómo creía usted que los países democráticos caen en manos de dictaduras o de totalitarismos? ¿Gracias a las esferas del dragón o el Ojo de Thundera? ¿O gracias a pueblos ignorantes y apasionados que subestiman las consecuencias históricas de sus decisiones?
“Pero, Darío, no puedes calificar a la gente como ignorante por decidir su destino”. ¿Y qué tal si tengo razón? ¿Es acaso pedante el que afirma algo que es evidente? ¿Es una ofensa decir la verdad, por muy dolorosa que resulte para usted y para mí aceptarla? ¿Acaso me satisface saber que mi pueblo se auto condena por ignorar la historia y por ignorar la voz de aquellos que la conocen? ¿Acaso no me afecta? ¿Acaso no me duele? Si le parece que “soy un ardido que quiere conservar los privilegios de los mismos de siempre” o que quiero engañar a la gente, vaya a estudiar, ¡por Dios!, y compruebe que la historia de El Salvador y del mundo no dependen de mis opiniones políticas ni de mis intereses personales. Al contrario, a partir de ahora arriesgaré mi vida cada vez que intente decirle a usted algo que no le conviene al poder de turno. También lo puede comprobar la historia.
Como consejo para que lo tome en cuenta en el futuro: no existe el Chapulín Colorado. No aparecerá nadie cuando usted exclame: “Oh, y ahora, ¿quién podrá defenderme?”, solo existía la democracia, pero usted la aniquiló. Se lo cuento porque lo intenté cuando tenía seis años, y hace ya algún rato que no creo en los superhéroes.
Nuestra única esperanza es una insurrección, la comunidad internacional y que Dios nos ampare