Si usted le pregunta a un rebaño de oficialistas al azar quién lidera al Oficialismo, todos los corderos de la Granja Animal balarán a coro: “¡Viva el Camarada Napoleón!”; pero si le pregunta a un grupo de opositores al azar quién lidera a la Oposición, la cuestión se resolverá a machetazos; habrá choques descomunales de egos entre las barras de tal o cual fulano, precisamente porque NADIE lidera a la Oposición. La principal fortaleza de Bukele es la fragmentación de sus adversarios, por el principio marcial de Julio César: “Divide y vencerás”.
La pregunta subsecuente es: ¿por qué nadie lidera a la Oposición? Sendas razones.
Primera razón: LA FRAGMENTACIÓN. No existe una “Oposición” sino una “pluralidad de Oposiciones”. Para que haya una sola Oposición es preciso que exista una base ideológica común, objetivos comunes, intereses comunes y un discurso masivo común, y aquí el único objetivo común de los opositores es sacar a Bukele del poder en el 2024 (eso no es una oposición, eso es un club de haters). En todo lo demás los opositores se disputan la razón entre sí a machetazo de corvero agraviado, mientras tanto, las bases ideológicas de un proyecto político masivo duermen en las bocas censuradas y tímidas de los académicos.
Si pudiéramos aglutinar en un solo proyecto político a todos los salvadoreños descontentos con el Régimen ganaríamos sobradamente las elecciones legislativas y presidenciales por una suerte de efecto dominó parecida a la que llevó a Bukele al poder cuando todavía era irrelevante y cuando los partidarios mayoritarios aún eran fuertes, pues el hartazgo contra el Régimen será más grande que el miedo. El problema es que no existe ese proyecto. Para que exista un proyecto político que se venda en el mercado electoral hay que identificar primero las necesidades del mercado, necesidades que si usted recuerda la pirámide de Maslow no solo son de orden material: el electorado en un pueblo deprimido moralmente demanda fundamentalmente la satisfacción de sus necesidades espirituales de afiliación y de reconocimiento, y los populistas y narcisistas sacan siempre el mejor provecho de esas carencias.
Segunda razón: EL BLOQUEO. Tanto el Régimen como los caudillos de “las oposiciones” tienen bloqueadas todas las vías que comunican a las masas con los potenciales liderazgos masivos de oposición. La dictadura utiliza la estrategia de Don Quijote y los Molinos de Viento, es decir que escoge convenientemente a sus adversarios políticos para sostener una lucha teatral controlada (ejemplo de ello son las circo comisiones legislativas). ¿Usted cree que algún diputado oficialista o funcionario del Régimen se permitiría asistir a un debate público con algún intelectual de la Oposición? Jamás, mientras Neto Sanabria pueda coaccionar a los medios. El régimen sabe que el descontento social es un polvorín que estallará con la más leve chispa, por eso aplica la ley del hielo contra los portadores del discurso que incendiaría a las masas. Los opositores, por su parte, en sus pugnas intestinas se bloquean y se apagan la mecha entre sí, facilitándole al Régimen su labor de exterminio. Mientras el Régimen los aplasta, se parten la crisma por ver quién se queda con el micrófono y se sube a la tarima, cual cuatreros disputándose la propiedad del ganado que fue a marchar.
La tercera razón es imperceptible al ojo público: EL MIEDO. Los regímenes dictatoriales tienen el poder, pero nunca la verdad. Por eso para que la verdad no salga a la luz pública y no debilite su poder silencian a sus portadores de forma subrepticia. Primero intentan sobornar a sus objetivos políticos. Si el soborno no funciona recurren a la desacreditación o al chantaje. Si el chantaje no funciona, emplean la amenaza. Si al líder no lo doblegan las amenazas, emplean la coacción; si la coacción no surte efecto, emplean la represión. Es un continuum que va desde ofrecerles un cargo público o publicar su vida íntima hasta quitarles el empleo, auditarles la empresa, amenazarlos con detenciones ilegales o finalmente ordenar su asesinato a grupos armados paraestatales. Si a usted le quedan dudas, léase cualquier folleto de la historia reciente de El Salvador. Por eso, para que surjan liderazgos de Oposición en una dictadura que ha demostrado no tener reparos en detener ilegalmente y torturar a los detenidos, es preciso que los liderazgos potenciales de la Oposición tengan la valentía de sufrir hasta las últimas consecuencias. Sin embargo, si algo he comprobado de nuestra clase política actual es que a todos les gustaría ser el “mesías”, pero a ninguno el “mártir redentor”.
Pese a todo, los verdaderos liderazgos de la Oposición se irán forjando en la hostilidad del Régimen cual diamantes bajo presión, emergerán de la tierra promovidos por el clamor popular y su dureza será tal que no la corromperá el acero. Paciencia que las leyes de la naturaleza son inevitables.